Una exposición de cuadros es solamente eso: cuadros colgados en un lugar para ser vistos.
Cuando ese lugar es el Bar Cultural “Qué Hay De Ti” la cosa cambia: ya son cuadros habitando un espacio creado, destinado y amorosamente cuidado para que el arte allí se manifieste en todas sus formas y esplendor.
Si agregamos el estallido de colores… de alocadas geometrías que pujan por derramarse de extraños bastidores hechos a mano con materiales de las más variadas procedencias… ya estamos ante una experiencia que casi sin querer, muy dulcemente… acompañando primero nuestro transitar frente a ellas sacude luego alguna de nuestras fibras más íntimas, esas que allá afuera descansan y se refugian para no ser aplastadas por tanta marea actual de idiotez aglutinante.
Pero no es todo lo que había allí por descubrir y disfrutar ¡NO!
La guitarra de nuestro gran artista ituzainguense Mario Abeijón arranca tímidamente con unos rasguidos que solo empiezan a tener sentido cuando la vibración de su voz se unen en un mantra logrando un estado tal en el auditorio que si solo nos hubieran dado la oportunidad… terminábamos con todo el mal del mundo en ese hermosísimo instante.
Luego la charla cordial adornada con la sonrisa eterna de Dana Fernández Guisande –la responsable de esos estallidos… esas alocadas geometrías, etc. Etc… los abrazos con viejos afectos… la presencia de los dueños de este bendito Espacio Cultural… algunos compartiendo un exquisito bocado casero y un trago en ese espacio que es tan… a partir de ahora… NUESTRO.
Hasta acá lo que sería la Crónica de Una Experiencia Artístico-Cultural Única y ahora tal vez el que sería mi compromiso… cuando me preguntaba unas horas después sentado delante de mi computadora… ¿Qué Hay De Ti?
Deseo haber cumplido dignamente con mi función periodística y que el que lee pueda apreciar lo que allí vivimos un puñado de afortunados vecinos entusiastas un 15 de julio del año 22 de nuestro siglo… y sí… lo del 22 debe ser una señal.