Por Rodolfo F. Farberoff
No seremos muy originales al afirmar que el presente de la Argentina, y por ende su futuro, está harto complicado. En lo económico, pero fundamentalmente en lo social. El oficialismo dice que es por la herencia recibida; la oposición afirma que es por las políticas públicas implementadas desde el gobierno. A continuación, haremos un análisis de cómo vemos la situación sabiendo que un diagnóstico certero a partir de los síntomas implica identificar la “enfermedad” correcta que se padece, condición sine qua non para recomendar un tratamiento adecuado para recuperar la salud quebrantada de un cuerpo enfermo que sufre, que en este caso es el cuerpo social.
Seremos lo más escuetos posibles en nuestra apreciación, que se sustenta en investigaciones que otros colegas han aportado a las ciencias económicas, más algo de nuestra propia cosecha, teniendo siempre presente como marco referencial que “la realidad es la única verdad”. Procuraremos evitar las adjetivaciones en lo que sigue, con la intención de no herir susceptibilidades de ningún tipo para no generar discusiones inconducentes.
La hipótesis que sostenemos y que pretendemos demostrar es que la Argentina padece una “enfermedad” que viene desde tiempo atrás, afección que se ha ido agravando a lo largo del tiempo incluyendo al presente. Así decimos que lo que aqueja a la Argentina es una crisis estructural. Algunos autores denominan este estado de situación como “Crisis Fiscal del Estado”. Pasamos a justificar nuestro diagnóstico:
1.- Esta crisis encuentra principio de inicio en un déficit fiscal o presupuestario, donde los gastos en que incurre el Estado para cumplir con sus fines superan a los ingresos que recauda, mayoritariamente mediante los impuestos. Al extenderse en el tiempo este déficit fiscal, se vuelve crónico. Estamos ante un problema presupuestario o fiscal, que es lo mismo.
2.- Por tal razón, al no alcanzar los ingresos para sufragar los gastos que demanda satisfacer las necesidades de la Comunidad y así atender sus compromisos, el Estado emite, pero fundamentalmente se endeuda. Y lo hizo y hace, tomando deudas reales, pero junto con ellas “se nos coló” la deuda externa mayoritariamente espuria y fraudulenta. En consecuencia, tenemos un serio problema de endeudamiento.
2bis.- En este punto abrimos un paréntesis: cuando usamos la calificación de “deuda externa mayoritariamente espuria y fraudulenta” nos estamos refiriendo a la deuda contraída con acreedores del exterior por la tiranía cívico-militar de marzo/1976, donde la mayoría de los importes de los empréstitos contraídos nunca ingresaron al país, y cuyas consecuencias negativas se vienen arrastrando desde entonces al presente. A la luz de los hechos, los distintos gobiernos no han sabido y no saben cómo resolver esta cuestión; o lo que es peor, no han querido ni quieren hacerlo (1).
3.- El déficit fiscal crónico y el endeudamiento perpetuo le impide al Estado argentino que mediante una adecuada política crediticia, se le facilite al sector privado la adquisición -en cantidad, calidad y tiempo- de los bienes de capital que necesita para producir, para él y por ende para el país. Otro tanto ocurre con las inversiones en infraestructura que se postergan. Son las que debe hacer el Estado a cuyo amparo deben anidar muchas iniciativas privadas (rutas, caminos, represas para energía y riego, gasoductos, etc.). Ergo, tenemos un problema patrimonial.
4.- El problema patrimonial antes descripto trae aparejado un nuevo problema: la obsolescencia técnica de los bienes de capital en uso de nuestro sistema productivo y de la infraestructura existente en el país. Ambos se amortizan por el uso y el paso del tiempo; se amortizan y no se modernizan. Esto aumenta los costos internos de producción toda vez que la actividad creadora se hace con bienes de uso anticuados y depreciados, situación que empuja a la baja la productividad o eficiencia del capital invertido. Estamos ante un problema tecnológico.
5.- En suma: tenemos un problema presupuestario + un problema de endeudamiento + un problema patrimonial + un problema tecnológico. Es decir, tenemos mucho más que un problema de caja (déficit fiscal o presupuestario); tenemos una verdadera crisis estructural.
6.- ¿Por qué las políticas basadas solo en el ajuste fiscal tienden inexorablemente al fracaso? Porque como hemos visto, responden a una visión parcial de una problemática multicausal más compleja. Atacan solo uno de los cuatro problemas que caracterizan y definen la crisis estructural en cualquier país, que es el déficit presupuestario (¡no se gasta más de lo que se recauda! se declama).
6bis.- Pero ni siquiera esa parte la hacen completa: tratan de cerrar la brecha fiscal solo por el lado del gasto, olvidándose del otro término de la ecuación fiscal: los ingresos. Las cuentas se pueden equilibrar achicando el gasto (ajuste) pero fundamentalmente se elimina el déficit aumentando los ingresos fiscales (impuestos); y esto sucede si se aumenta la producción contemporáneamente con una lucha frontal contra la evasión impositiva, que en la Argentina es elevadísima. Resumiendo: más producción más impuestos, que ingresarán a las arcas del Estado por un estricto control de la evasión que se debe implementar. Con este mecanismo la baja del déficit fiscal está asegurada.
6ter.- Aumentar los ingresos no tiene el costo social -en particular en los sectores más deprimidos de la Comunidad- que si tienen los ajustes para achicar el gasto, que por supuesto tiene que ser eficiente en su asignación y uso. No veo a la fecha (mayo/2024) que se haya anunciado alguna política pública consistente y de fondo para fomentar la producción, para incrementar sustancialmente los ingresos tributarios del Estado.
7.- Podemos sumar otros problemas a los descriptos (gestión ineficiente, corrupción, baja calificación laboral, problemas ambientales, etc.). Pero aun neutralizando dichos problemas, si no se encara la solución en conjunto de los cuatro problemas centrales que definen la crisis estructural en que está el país, vemos muy difícil que nos aproximemos a lo que todos los argentinos queremos y nos merecemos: un pueblo feliz en una Argentina grande y pujante.
8.- Sin embargo, la economía ofrece tecnologías científicas orientadas al diseño de políticas económicas consistentes, a las cuales podemos echar mano cuando las precisemos, como en estos momentos. Aunque hay otra, nosotros planteamos una de esas herramientas. Esto es así, por ser funcional a los tiempos de crisis que vivimos. La propuesta a que aludo fue desarrollada por el insigne economista catamarqueño, ya fallecido, Luis Eugenio Di Marco(2), autor de 36 libros con títulos emblemáticos para nuestra actualidad como “Estabilización y crecimiento con equidad social y rostro humano”, “El Plan Esperanza” y “Que al Rico no le sobre, que al Pobre no le falte”, entre otros.
9.- Más arriba caracterizamos a los problemas que sufre la Argentina como una Crisis Estructural multicausal. También dijimos que si queremos salir de esta crisis se deben atacar todas sus causas de manera conjunta, no solo una de ellas (el déficit fiscal y de manera parcial, como se hace: solo por el lado del gasto, nada de incrementar ingresos). El Dr. Di Marco, del cual nos preciamos de haber sido su amigo y colega, propuso un modelo para que la política económica que se diseñe contemple todas las causas que ocasionaron -y ocasionan- la crisis. Si la crisis es estructural, entonces la solución debe ser estructural. A su modelo Di Marco lo denominó “El ajuste estructural como óptimo condicionado. Una alternativa a la ortodoxia clásica”, título más que elocuente, por cierto.
10.- Lo que “Lucho” Di Marco nos dejó es un modelo matemático, un problema de óptimo condicionado. En sus propias palabras: lo que “se busca demostrar es que la tecnología científica de la Economía permite una construcción que toma en cuenta tanto los desequilibrios económicos como sociales. Lo último se incluye explícitamente utilizando una restricción de la distribución del ingreso -medida por el coeficiente de Gini- que hace posible incluir la brecha social, un subproducto del mal funcionamiento de la economía producto de una asimétrica distribución del ingreso. En suma, el modelo se preocupa de una cuestión ética y persigue cerrar la brecha social”.
11.- Utilizar un óptimo condicionado en un modelo económico para que a partir del mismo se formulen políticas públicas a implementar, es tener en cuenta toda la realidad circundante porque como ya dijimos “la realidad es la única verdad”. ¿Por qué “óptimo condicionado”? Porque alcanzamos el “óptimo” al alcanzar el objetivo buscado (p.e: resolver la crisis estructural de la Argentina). Pero alcanzar ese “óptimo” no se trata de recorrer 100 metros llanos sino de transitar 1.000 metros con vallas, con obstáculos, es suma, con restricciones. Un “optimo condicionado” transforma un modelo teórico en uno realista, al incorporar todas las restricciones que condicionan alcanzar el objetivo, restricciones que son del orden político, económico, social, cultural, ambiental y demás.
Junio de 2024.-
Rodolfo F. Farberoff
Economista, Docente Universitario
Ituzaingó, Pcia. de Buenos Aires
(1) Ver fallo del juez Jorge Ballestero en la causa “Olmos Alejandro s/ Denuncia”, iniciada en octubre de 1982 y cerrada en junio de 2000. En el expediente el magistrado en miles de fojas reunió y analizó durante 18 años gran cantidad de documentación e investigaciones, informes de peritos nacionales y extranjeros, reportes de la prensa escrita, declaraciones de ex funcionarios, etc.. Así logró desentrañar los mecanismos utilizados para estafar al país, a través del endeudamiento externo, tal como quedó plasmado en la causa que investigó durante tantos años. (2)Luis Eugenio Di Marco, Ph. D. Economics, University of California, Berkeley, Dr. en Economía por la Universidad de Córdoba, profesor de Economía de la UNC, profesor visitante en universidades argentinas y extranjeras, miembro del Consejo Asesor del CONICET (1998-2000), par evaluador de la CONEAU.